Dos almas gemelas que deberán aprender juntas a superar sus temores y encontrar el camino hacia sus verdaderos sueños. Acompañen a Callie Torres y a Arizona Robbins en este viaje, a través de los sentimientos. Una montaña rusa de emociones, donde la música será otra protagonista. Citando a Jessica Capshaw: “Hold on and enjoy the ride” (Agárrense fuerte y disfruten del paseo).

domingo, 2 de octubre de 2016

Epidemia – Capítulo 42 – Cometas por el cielo

En el capítulo anterior:

Tratando de ocultar un bostezo con su mano, Callie preguntó mientras miraba la hora en la mesa de noche:

-¿Y esa Arizona de ahora quiere seguir durmiendo?, tengo sueño, son las tres de la madrugada mi amor

Arizona sonriendo, respondió:

-Sí, pero con una condición

-¿Cuál?, preguntó Callie mientras otro bostezo se asomaba a su rostro

-Que me abraces muy fuerte

Mientras Callie se acomodó en la cama para acoger en sus brazos a Arizona, respondió:

-Moción aceptada, vamos a dormir, que dentro de unas horas tenemos que salir rumbo a Valencia, en el coche que alquilamos hoy.

-Sí mi amor, dijo Arizona mientras acunaba su cuerpo en el de Callie, quien la abrazó y la apretó contra el suyo

Arizona suspiró aliviada y antes de quedarse dormida, susurró mientras besaba la mano de Callie:

-Te amo

Callie sonrió, besó el cuello de Arizona y luego dijo:

-Te amo también

A los pocos minutos ambas se durmieron, por el resto de la noche no hubo más pesadillas, sólo un sueño profundo, reparador y cálido.

Epidemia – Capítulo 42 – Cometas por el cielo

Mientras conducía el coche, en esa fresca mañana de primavera, Arizona miró el mapa en la pantalla del GPS, sólo faltaban unos 20 Kilómetros para llegar a Madrid, luego miró a Callie, quien dormía a su lado. La noche anterior, en Córdoba, habían ido a tomar unas copas al bar de tapas que quedaba cerca del hotel donde se alojaban, fue Callie quien más bebió, especialmente cuando Arizona se ofreció para conducir el camino de casi dos horas hasta Madrid; en consecuencia, su bella copiloto amaneció con algo de dolor de cabeza y luego de tomar unas aspirinas, decidió dormir un poco durante el viaje, para sentirse mejor.

Arizona, con ternura, tocó con su mano la pierna de Callie, no pretendía despertarla, solo sintió la necesidad de ese leve contacto cuando se percató que ella se había quedado dormida sosteniendo entre sus manos la lista de deseos que habían escrito juntas, “la agenda de sueños”, como Callie la bautizó.

Algunos de esos sueños ya se habían hecho realidad, durante ese mes que viajaron en coche desde Tortosa. Pensando en todos esos hermosos recuerdos que la acompañarían por siempre, Arizona sonrió; aún podía sentir las caricias de Callie que hicieron vibrar su cuerpo, sobre la fina arena en aquella cala desierta de aguas cristalinas, cerca de Cartagena; aún podía escuchar el sonido acompasado de los cascos de los caballos en aquel romántico paseo en el Parque de María Luisa en Sevilla; aún podía percibir en su cuerpo, la calidez del abrazo y la ternura de los besos de Callie en sus labios, mientras observaban, sentadas en un embarcadero del Parque Natural La Albufera, cerca de Valencia, uno de los atardeceres más hermosos que habían presenciado en toda su vida: los patitos se preparaban para pasar la noche, miles de matices del cielo encendido con los colores del ocaso se reflejaban en el lago, al tiempo que el sol, temblando, iba desapareciendo poco a poco, como si ese hermoso lago fuera el refugio que hubiera elegido para pasar la noche.

No era la primera vez que ellas viajaban en coche, ya lo habían hecho, meses atrás, cuando recorrieron la costa desde San Diego hasta Newport Beach en California; hasta ese momento ese viaje le había parecido a Arizona lo más emocionante y divertido que había vivido, pero, a diferencia de esa época, cuando la sombra de la amnesia de Callie y el miedo a perderla pesaba sobre el ánimo de Arizona, ahora todo era diferente; esa hermosa mujer que ahora dormía a su lado, no sólo sostenía entre sus manos una agenda de sueños, también portaba un anillo de compromiso; Callie sería su esposa, esa certeza había hecho que ese viaje en coche fuera aún más impresionante; para Arizona, era en sí mismo un sueño hecho realidad; haber conocido esos hermosos lugares donde el pasado, el presente y el futuro se entremezclan a la perfección para deleitar todos los sentidos; haber reído y cantado dentro del coche mientras se trasladaban de un lugar a otro; haber vivido la aventura de pasear; degustar la exquisita comida que ofrecía cada lugar; y pasar la noche hospedadas en hoteles o posadas, mientras compartían el inmenso amor que se profesaban en cada momento del camino; era en suma, una de las experiencias más increíbles, maravillosas e inolvidables que Arizona había vivido en toda su vida.

Sin darse cuenta siquiera, ella comenzó a tararear la melodía de la canción que las había acompañado casi desde el principio en ese último mes, que se convirtió en una de sus preferidas, en una especie de himno, desde aquella noche que la descubrieron al ver el vídeo en uno de los bares que habían visitado; se sintieron demasiado identificadas, porque justo en esos momentos estaban compartiendo lo mismo que esas dos jóvenes enamoradas, todo: el viaje el coche, las noches de copas, las risas, los paseos por la orilla de la playa, todo salvo aquel salto en paracaídas. Arizona sonrió, recordando que habían tachado ese loco deseo de la lista.

El nombre de esa canción era “Cometas por el cielo”, la letra estaba escrita en español, pero la había cantado tantas veces con Callie que ya conocía cada palabra de memoria, y también sabía lo que significaba, porque desde aquella misma noche en Valencia, entusiasmada por las secuencias de imágenes que había visto en el vídeo, le había pedido a Callie que la tradujera para ella.

Arizona, sonrió de nuevo, comprendió que después de haber vivido en soledad durante tanto tiempo, era Callie, quien había dibujado para siempre su nombre en su propia alma, quien la había enseñado realmente a “volar cometas por el cielo”.

Mientras Arizona comenzaba a cantar las primeras estrofas de la canción, Callie despertó, y sonrió. Al ver esa mágica sonrisa que cada día la enamoraba más, Arizona, preguntó:

— ¿Cómo va esa cabecita? ¿Aún duele?

—Ya no, está como nueva —respondió Callie sin dejar de sonreír, mientras hacía sonar en el reproductor del coche, la canción que había escuchado tatarear a Arizona. Compartiendo una mirada de complicidad, comenzaron a cantarla juntas.



Cometas por el cielo – La Oreja de Van Gogh

Quédate, esta fría madrugada
Quédate, hasta que la luz del alba, muestre mi corazón
enredado en la alambrada de tu voz,
que me ha rozado el alma

Quédate conmigo y mi suspiro será
el único testigo que se vestirá de fiesta
Quédate conmigo en esta noche abisal
porque sólo tú, tú me puedes enseñar…
           
…A volar, cometas por el cielo
Como el sol
Como el mar

Quédate, y desnudemos nuestras dudas, de una vez
Siempre fuimos dos lunas

Quédate conmigo y mi suspiro será
el único testigo que se vestirá de fiesta
Quédate conmigo en esta noche abisal
porque sólo tú, tú me puedes enseñar…
           
…A volar, cometas por el cielo
Como el sol
Como el mar

Dibujar, mi nombre sobre el suelo
Como el sol
Como el mar

Y que pequeños nos verán
los que no volaron nunca
convertido al viento
viajar en silencio
y sólo tú me oirás gritar…

…Podemos volar, cometas por el cielo
Como el sol
Como el mar

Dibujar mi nombre sobre el suelo
Como el sol
Como el mar

Como el sol
Como el mar

Como el sol
Como el mar

A volar, cometas por el cielo
Como el sol
Como el mar

Dibujar mi nombre sobre el suelo
Como el sol
Como el mar

Y así, finalmente, entre sonrisas y canciones, llegaron a Madrid. Se alojaron en un lujoso hotel en el Paseo del Prado, con la intención de estar cerca de los primeros lugares que querían visitar: el Parque de El Retiro, el Real Jardín Botánico, el Museo del Prado, el Palacio Real de Madrid, el Templo de Debod, y obviamente, para cumplir otro de sus deseos escritos en la agenda de sueños, el Estadio Santiago Bernabéu, donde, con un poco de suerte, podrían presenciar un emocionante partido de futbol entre el Real Madrid y el Barcelona.

Lo que Callie y Arizona ignoraban, mientras paseaban por la hermosa ciudad de Madrid, tomadas de la mano, compartiendo miradas y sonrisas, era que en Seattle, estaba a punto de desatarse una terrible crisis que pondría en peligro sus vidas y la de muchos de sus amigos.


— ¡Quizás pueda funcionar! —dijo esperanzado el padre de Sebastián, mirando a su esposa.

—Es muy peligroso, pero la vida de nuestro hijo se nos escapa. Por favor, ten cuidado, el virus del ébola es demasiado peligroso, ni siquiera quiero saber cómo lograste una muestra, pero por favor, ten cuidado —respondió Martha Cracker, con un tono de angustia en su voz.

—Lo tendré —afirmó Tom.

—Más te vale —sentenció Martha en tono de advertencia—; sé que adoras a Sebastián, sé que tienes las mejores intenciones, pero eres…

— ¿Soy qué? —interrumpió él.

—…Propenso a los accidentes.

—Lo sé —admitió Tom —, pero tendré cuidado… lo prometo. Ahora, voy a entrar al laboratorio, quiero probar mi hipótesis lo antes posible; para Sebastián, cada minuto cuenta.

Dándole un beso en la mejilla, Martha le dijo a su esposo con cariño:

—Anda; te llamaré más tarde cuando la cena esté lista.

Devolviendo el beso, esta vez en los labios, Tom dijo antes de entrar a su laboratorio y cerrar la puerta tras de sí:

—Ok, tómate tu tiempo; esto va a demorar.


Callie y Arizona, salieron emocionadas del Estadio Santiago Bernabéu, luego de haber presenciado un excitante partido entre el Real Madrid y el Barcelona, que el Real Madrid ganó por dos goles a uno, con un tanto marcado en el último minuto por Cristiano Ronaldo. Mientras caminaban tomadas de la mano por el Paseo de la Castellana, camino al hotel, Callie le dijo a Arizona:

—Ha sido súper emocionante, y tú fuiste una pilla; sólo cuando el Real Madrid anotó el primer gol, supe que era tu equipo favorito.

Con una sonrisa llena de picardía, y con un fingido tono de molestia, Arizona respondió:

—Aquí la única pilla has sido tú, no creas que no noté como mirabas a Cristiano, especialmente cuando metió ese gol y se levantó la camiseta.

Soltando una sonora carcajada, Callie admitió:

—Te amo mi pichirruchi, pero tengo ojos y ese hombre está bueno… demasiado bueno.

Arizona se detuvo en seco, tomó a Callie en sus brazos y le dijo con un tono sexy y posesivo que derritió a su prometida:

—Eso lo admito, pero tú… eres mía, sólo mía.

Dejándose llevar por la pasión del momento, en plena calle se besaron intensamente. Cuando separaron sus labios, sobraban las palabras, ambas sabían que lo único que querían en ese instante era darle rienda suelta a la pasión que las estaba quemando por dentro. Sin mediar palabras, cruzaron la calle y tomaron el primer taxi que pasó por la avenida. Llegaron a la puerta de la habitación del hotel, y en cuanto la cerraron, comenzaron a desvestirse sin dejar de besarse.

Entre jadeos, Callie hizo una pequeña pausa y le preguntó a Arizona:

— ¿Vamos a la ducha?

Con el mismo tono de voz que enloqueció a Callie a la salida del estadio, Arizona empujó a Callie sobre la cama, mientras se acostaba arriba de ella y le decía posesivamente:

—La ducha tendrá que esperar, lo que haré contigo ahora requiere una cama, no la ducha. Te haré mía.

Antes de besarla de nuevo, Callie dijo jadeando:

—Lo soy.

Motivada por la pasión inevitable, Arizona intensificó el contacto de sus labios y se adueñó de la boca de Callie para besarla intensamente. Justo en ese instante, ella sintió el toque de sus dedos sobre el pliegue de sus bragas empapadas. Su cuerpo reaccionó con un intenso arqueo de caderas y con profundos gemidos que eran acallados parcialmente por el beso apasionado de Arizona.

Después de besarla, Arizona trasladó sus labios al cuello de Callie para acariciarlo y susurrarle al oído frases posesivas, frases que encendieron a Callie y provocaron nuevos espasmos en su cuerpo. Luego Arizona traslado los labios hasta sus senos desnudos.

En el mismo instante en que Arizona comenzó a acariciar sus pezones con la lengua, introdujo su mano entre las bragas de Callie, abrió sus pliegues hábilmente y comenzó a acariciar su clítoris. Sus caderas se levantaron violentamente y comenzaron a moverse al ritmo de las caricias de Arizona, que la llevaron casi al borde del clímax, pero justo en ese instante, Arizona cambió el ritmo de sus caricias, que se volvieron errantes, a veces sólo rozaba su clítoris, luego aumentaba por unos segundos la intensidad y velocidad de la caricia, para volver a ralentizarla otra vez. Entonces Callie lo comprobó, Arizona, la volvería loca de placer, la convertiría en títere de sus deseos, la dominaría con sus caricias por las cuales seguramente tendría que suplicar. Darse cuenta de eso, la excitó aún más.

Callie lo único que podía hacer era gemir, contraer sus músculos, mientras enloquecida, movía su cabeza de un lado a otro con la respiración entrecortada y arqueaba sus caderas buscando la huidiza caricia, esperando con desesperación esos pocos segundos en que Arizona decidía incrementar la intensidad y la velocidad del contacto.

Después de dejar sus pezones duros como piedras, Arizona regresó a los labios de Callie y mientras la besaba, intensificó las caricias sobre su clítoris. Ella alcanzó el borde otra vez, pero entonces Arizona se detuvo totalmente y apartó su mano. Enloquecida, Callie gimió suplicante, mientras sus caderas se movían erráticas en la búsqueda desesperada de la caricia perdida.

Callie estaba tan excitada, se sentía tan empapada que ni siquiera se dio cuenta cuando comenzó a pronunciar suplicante el nombre de Arizona.

Arizona cayó sus súplicas con un beso apasionado y después movió lentamente sus labios hacia los senos de Callie, acarició su estómago, y cuando llegó a sus bragas, la desnudó totalmente. Desde los pies, acarició con sus labios y sus dedos el camino por sus piernas hasta llegar a su centro empapado. Arizona introdujo la lengua para acariciar su clítoris. Al sentir el contacto, Callie exhaló un profundo gemido con la boca abierta, presionando su cabeza contra la almohada, mientras levantaba sus caderas para sentir la anhelada caricia.

Aun así, Arizona continuo ejerciendo con su lengua, esa pequeña tortura que enloquecía cada vez más a Callie, cambiando la velocidad de sus caricias y por instantes, lo más desquiciante, cuando separaba su lengua al mismo tiempo, que introducía su dedo para acariciarla dentro de su vagina. Arizona tenía el control, y sólo cuando ella lo decidió, combinó todas sus caricias, usando la lengua para estimular el clítoris de Callie, los dedos de su mano derecha para embestirla con movimientos rítmicos y la mano izquierda para acariciar sus pezones. No había fuente de placer que Arizona no estuviera cubriendo con sus caricias, con su lengua.

Callie apretó la cabeza contra la almohada exhalando intensos gemidos a través de su boca abierta, levantó sus caderas con fuerza, mientras que con los puños de sus manos apretaba la tela de las sábanas. Fue entonces cuando un temblor incontrolable se apoderó de su cuerpo, especialmente de sus piernas, experimentando unos segundos después, un orgasmo largo, exquisito e impresionante.

Con la respiración entrecortada, Callie exhaló en un gemido el nombre de Arizona y comenzó a repetir una y otra vez:

—Soy tuya, soy tuya…

Arizona levantó su rostro para mirar a Callie, le regaló una hermosa sonrisa con hoyuelos y lentamente subió por su cuerpo, acariciándolo con los labios. Cuando sus rostros se encontraron, Callie la miró a los ojos, asaltó sus labios y la besó con locura, y mientras ese beso se prolongaba, Arizona con sus dedos buscó nuevamente el clítoris de Callie, produciendo en su cuerpo un espasmo incontrolable cada vez, que apenas lo rozaba.

Arizona siguió estimulando el centro empapado de Callie, rozando su clítoris sólo esporádicamente, con lo cual logró lo que quería, excitarla otra vez, y mientras se besaban, la propia Arizona se estremeció al sentir los dedos de Callie acariciando su clítoris. Esta vez no hubo burlas, mientras el placer que se entregaban mutuamente aumentaba la intensidad de sus gemidos que se confundían, Arizona experimentó un orgasmo y minutos después Callie lo alcanzó también.

Respirando con dificultad, Arizona se rindió colocando su cabeza sobre el pecho desnudo de Callie, mientras ella le acariciaba con ternura, los rizos despeinados de su cabello. Después de compartir algunos minutos de intensa ternura, que acompañaron con profundos besos, la pasión reapareció. Con un sensual movimiento de su cuerpo, Callie se colocó encima de Arizona, y le dijo con tono endemoniadamente sexy, antes de atrapar sus labios en otro beso apasionado:

—Mi turno.

Esta historia continuará…

Bueno, mis queridas lectoras, ahora sí, he retomado oficialmente la continuación de Epidemia y con este pequeño capítulo que acaban de leer se darán cuenta que entraremos en la última parte de la historia, la que le dio el nombre a la misma. Ha sido una larga espera, lo sé; pero, como algunas de ustedes ya sabrán, mi ausencia tuvo un motivo muy especial para mí. Finalmente, he publicado mi primera novela en Amazon: “El amor va por dentro”.

Para aquellas personas que aún no lo saben, me permitiré incluir aquí, una pequeña sinopsis:

Cristina Henderson, es una brillante y exitosa doctora en medicina, especialista en cirugía plástica y reconstructiva. Al finalizar su ponencia en un congreso médico celebrado en Nueva York, un padre desesperado le pide ayuda para su hija, una joven de 24 años, quien tiene la mitad del rostro desfigurado y cicatrices por quemaduras en el resto de su cuerpo. Amanda Karsten, fue atacada dos años antes por un grupo de fanáticos religiosos, que quisieron "darle una lección“, por ser lesbiana.

El amor va por dentro, desnudará los sentimientos y las sensaciones de dos mujeres, que aprenderán a amarse más allá de las cicatrices, y de sus propias inseguridades. Esta tierna historia de romance lésbico, será el marco para exponer una profunda reflexión acerca de la homofobia.

Bueno, espero que les haya gustado este nuevo capítulo de Epidemia; el siguiente ya está en la sala de redacción, y será publicado muy pronto. Con respecto a “El amor va por dentro”, pueden hacer clic aquí para leer gratuitamente los primeros capítulos de esta hermosa historia de amor, la cual podrán adquirir en Amazon, si lo desean, a un precio promocional de sólo 0,99$, durante todo el mes de octubre; lapso durante el cual, les propondré un nuevo y divertido concurso, cuyos detalles y condiciones anunciaré en los próximos días, tanto en mi blog de WordPress, como en mi cuenta de twitter, con el hashtag #ConcursoEAVPD.

Un abrazo,

Miki

jueves, 1 de octubre de 2015

Epidemia – Capítulo 41 – Bad Dreams (Pesadillas)

En el capítulo anterior:

…Mientras cerraba la puerta detrás de ella, Callie le enseño lo que la había hecho devolverse: un mapa de España y la lista de los deseos que habían escritos minutos antes.

Arizona preguntó:

— ¿Para qué es el mapa mi cielo?

—Quiero darle un vistazo, creo que en nuestro recorrido por España hay varios lugares a los que podremos ir y comenzar a tachar alguno de los deseos de esta lista.

— ¿En serio? —preguntó Arizona emocionada.

—Si mi amor, vamos a verlo mientras ordenamos la comida ¿te parece?

—Sí, me encanta.

—Bien —dijo Callie con una sonrisa de oreja a oreja.

Y efectivamente mientras esperaban ser servidas, Callie extendió el mapa de España sobre la mesa y juntas planificaron la ruta que seguirían para llegar a Madrid, decidieron hacer paradas de tres o cuatro días en Valencia, Alicante, Cartagena, Murcia, Granada, Sevilla, Córdoba, y finalmente, Madrid, antes de regresar a Seattle.

Para celebrar, pidieron una botella de Cava y brindaron con sus copas en alto, emocionadas y felices, casi soñando despiertas con todas las cosas que querían compartir, juntas, en ese viaje que era en sí mismo un sueño hecho realidad.


Epidemia – Capítulo 41 – Bad Dreams (Pesadillas)
“Bad Dreams, bad dreams… get away
Good dreams, good dreams… stay”
(Pesadillas, pesadillas…aléjense
Dulces sueños, dulces dueños…quédense)
Arizona Robbins, Temporada 6, Episodio 8


Después de haber compartido unos días maravillosos en Tortosa, esa última noche, antes de continuar su viaje que las llevaría finalmente a Madrid, Callie y Arizona, decidieron darse un banquete en el restaurant del Hotel, ambas comían  con un apetito voraz, especialmente Arizona, quien luego de un día de largas caminatas por el casco antiguo de la ciudad de Tortosa, estaba realmente hambrienta.

Mientras comían, Callie sonriendo le dijo a Arizona, de forma dulce pero en tono de advertencia:

—Si sigues comiendo de esa forma, vas a tener pesadillas esta noche.

Arizona se apresuró para terminar de masticar y tragar el gran bocado que tenía en la boca y luego dijo:

—Es que todo está divino, no puedo parar de comer.

Callie sonrió, Arizona parecía de nuevo una niña pequeña, era obvio que estaba disfrutando como una criatura su banquete, así que sólo agregó antes de llevarse a la boca un pedazo de su postre:

—Bueno, luego no te quejes cuando te diga: “te lo dije”.

Arizona, sólo asintió con la cabeza y sonrió mientras continuaba devorando su comida.

Al terminar de comer, ambas pidieron una taza de café, fue entonces cuando Callie puso atención a la letra de la canción que se escuchaba en ese momento en el restaurant, entonces dijo:

—Esa canción es linda, pero la letra es algo triste ¿no te parece?

Arizona prestó atención a la música, y respondió:

—Si mi cielo, lo es, es como un amor que está muriendo, cuando todo se acaba…


Clic en el título para acceder a la canción





Pasadas las once de la noche, subieron a la habitación, estaban tan agotadas que sólo se pusieron sus ropas para dormir, se dieron un beso de buenas noches y abrazadas, en cuestión de pocos minutos, se quedaron profundamente dormidas.

….

En medio de la noche, Callie abrió los ojos sobresaltada, el llanto de Arizona la había despertado. Cuando Callie la miró para ver que le ocurría, y saber el motivo de su llanto, se dio cuenta que Arizona estaba profundamente dormida pero aun así estaba llorando, y dedujo que Arizona estaba teniendo una pesadilla, así que sin dudarlo un segundo, Callie la despertó.

Arizona abrió los ojos, y aun llorando tocó su pierna izquierda, luego miró a Callie y cuando se percató de sólo había tenido un mal sueño, se aferró a ella, la abrazó con todas sus fuerzas, mientras repetía casi como un mantra:

—Mi Calliope, mi Calliope, mi Calliope…

Callie apretó el abrazo y con ternura le preguntó mientras acariciaba la espalda de Arizona para tranquilizarla:

— ¿Estabas soñando de nuevo con pequeños ataúdes?

Arizona, a pesar de haber despertado y saber que todo había sido producto de una pesadilla, continuaba llorando, así que entre lágrimas alcanzó a decir:

—No, no fue eso

Callie continuó dándole caricias tranquilizadoras, mientras le decía:

—Tranquila mi amor, todo está bien, sólo fue un mal sueño

Todavía llorando, Arizona balbuceó:

—Pero pareció tal real

— ¿Quieres contarme? —le preguntó Callie con ternura.

Pasaron unos minutos abrazadas, mientras Arizona se tranquilizaba, luego ella comenzó a decir:

—Todo comenzó en aquél ascensor, dónde yo te pedía que me dieras una oportunidad cuando regresé de África…

— ¿Del mismo ascensor donde salí y tuve aquel accidente que me hizo perder la memoria, correcto? — preguntó Callie.

—Sí, de ese mismo, pero con una diferencia, en mi sueño tú no saliste del ascensor, me dijiste que estabas embarazada de Mark

—Oppps —dijo Callie, luego agregó—: ¿Embarazada de Mark?, o sea ¿qué me embaracé mientras tú estabas en África?

—Sí —respondió Arizona.

—Y luego ¿qué pasó? —preguntó Callie.

—Bueno, a mí me costó perdonarte, odiaba la idea de que aunque habíamos terminado, tú te hubieras acostado con otro y peor aún con un hombre, pero luego nos reconciliamos. Cuando estabas cerca de dar a luz, yo te propuse matrimonio en un coche, yo iba manejando, pero tuvimos un accidente, a mí no me pasó gran cosa, tenía puesto el cinturón de seguridad, pero tú te lo habías quitado, porque un poco antes habíamos estado discutiendo y saliste disparada por el parabrisas.

Callie abrió los ojos como platos y preguntó:

— ¿Y morí en ese accidente o perdí a ese hijo?

—No, no moriste, ni tú, ni…nuestra hija, se llamaba Sofía —sin saber por qué, Arizona asomó una pequeña sonrisa cuando recordó a esa niña, era el vivo retrato de Callie, luego prosiguió diciendo—: caíste en coma, pero luego te recuperaste, y nos casamos, fue una ceremonia hermosa —dijo Arizona sonriendo, luego agregó—: esa parte del sueño fue bonita.

—Pero estabas llorando cuando te desperté, ¿qué pasó después? —preguntó Callie.

—Hubo otro accidente, luego…

— ¡Otro accidente! —Exclamó Callie, luego dijo—: Vaya suerte, ¿y esta vez sí morí?

—No Callie, esta vez el accidente lo tuve yo, fue un accidente aéreo, en ese avión íbamos Lexie, Mark, Meredith, Derek, Cristina y yo. Lexie murió en el acto, Mark murió un mes después, sólo sobrevivimos Meredith, Cristina, Derek, quien resultó herido en una mano y yo, pero…

— ¿Pero qué? —preguntó Callie con un tono expectante.

Arizona respondió, tocándose instintivamente su pierna de nuevo:

—Yo perdí una pierna, la izquierda y fuiste tú quien ordenó que me la amputarán, aún a pesar de que te había hecho prometer que tú no lo permitirías.

Callie sólo alcanzó a decir con un dejo de tristeza en su voz:

— ¡Wow!, ¡que horrible! y ¿fue allí cuando te desperté, por eso estabas llorando?

—No, estaba llorando porque te perdí, me perdí a mi misma y te perdí a ti.

—Cuéntame ¿Qué pasó?, ¿acaso te dejé por lo de la pierna?, ¿qué pasó?

Arizona suspiró y luego respondió:

—No me dejaste, estuviste conmigo todo el tiempo, tratando de entender mi frustración, mi tristeza, y mi miedo, aguantando durante meses que yo te culpara por haber decidido amputar mi pierna, hasta que un día en el hospital, cuando tú y yo, aparentemente estábamos mejor, como pareja, conocí a una doctora, una tal Lori, Lauren, no recuerdo su nombre, ella…ella me sedujo y yo me acosté con ella.

Callie sólo alcanzó a decir:

— ¡Oh, oh!

Arizona agregó:

—Tú te enteraste, de la peor manera, fue esa misma noche en el hospital, había una tormenta o algo así y descubriste cuando llegó la luz, mi anillo de matrimonio en la bata de esta mujer, tuvimos una discusión, dónde ambas lloramos, especialmente tú, no entendías por qué yo había hecho eso, por qué te había hecho eso luego de pasar todo lo que habíamos pasado, me dijiste con lágrimas en los ojos que estábamos casadas, que teníamos una hija. Yo, de nuevo, te eché en cara de lo de la pierna, te dije que había confiado en ti más que en ninguna otra persona en el mundo, pero tú habías decidido quitarme la pierna, tú me gritaste que había sido para salvar mi vida y yo te respondí que tu no habías perdido nada en ese accidente, luego, derrotada, me dijiste: “Aparentemente te perdí a ti”.

— ¿Y fue allí cuando te desperté?, ¿verdad?

—No, la pesadillo continuó. Luego, pasó algo más.

— ¡Más! —exclamó Callie.

—Sí, más, yo regresé a nuestro apartamento, quería hablar contigo, no quería perderte a pesar de todo, te había dicho cosas horribles en esa discusión y estaba arrepentida de lo que había hecho, de todo lo que había dicho, así que te busqué, pero tú no estabas, habías dejado una nota sobre nuestra cama, junto con tu anillo de matrimonio y el collar de corazones que tenemos ambas.

— ¿Recuerdas lo que decía la nota?, preguntó Callie

Arizona respondió:

—Sí, algo así como: “Me dijiste que habías confiado en mí y que yo, aun así, decidí cortar tu pierna, es obvio que no confías en mí nunca más, pero ahora yo tampoco confío en ti, te acostaste con otra mujer, creo que ni siquiera tú sabes por qué lo hiciste, yo tampoco lo sé, tampoco lo entiendo, y más doloroso aún es que me hiciste pensar que todo estaba bien para luego darme cuenta que tuve razón desde el principio, porque realmente te perdí en ese accidente, la mujer que volvió no es mi esposa, no es la mujer de quien me enamoré. En cuanto a mí, no creo que pueda ser la misma tampoco, me siento rota por dentro, derrotada, después de tanto luchar, igual todo resultó en un fin agónico, lento y doloroso…Un día me pediste que no corriera y no lo hice, pero ¿Qué es una promesa rota más? Ese anillo que descubrí en la bata de esa mujer, representaba una promesa, una promesa que tu rompiste, ¿para qué?, ¿acaso fue para que yo sufriera en carne propia lo que es perder algo?, pues bien, creo que ambas perdimos… Me mudé al apartamento de Mark, y lo hice así por nuestra hija, ella ya perdió a un padre, no quiero que pierda a su madre también. Pero en cuanto a ti y a mí, a nosotras, ya no hay más un “nosotras”, ya no nos quedan más promesas que romper, ya no nos queda, sino la amargura, los reproches y yo no quiero eso, ni para ti, ni para mí. Adiós Arizona

Sin saber exactamente por qué, ya que Arizona estaba consciente de que todo había sido una terrible pesadilla, cuando terminó de pronunciar esas palabras, ella rompió en llanto de nuevo, había algo en ese mal sueño que lo hizo parecer tan real, que simplemente sentía ganas de llorar cuando lo recordaba.

Al verla así, Callie de nuevo la tomó en sus brazos y abrazándola con todas sus fuerzas dijo con una ternura increíble:

—No llores mi pichirruchi, todo fue un mal sueño, yo estoy aquí contigo, tu pierna está aquí contigo, no llores, no ha pasado nada, sólo fue una pesadilla.

Tratando de reír en medio de sus lágrimas, Arizona dijo:

—Sí, ya sé que soy una tonta por ponerme así, pero pareció tan real Callie.

—No fue real, todo fue un mal sueño, muy malo, debería agregar

—Pues sí, muy malo —dijo Arizona, tratando de sonreír, mientras Callie pasaba sus dedos por su rostro para limpiar sus lágrimas, entonces ella preguntó:

—Arizona ¿tú crees en las realidades alternativas?, quiero decir ¿Qué las decisiones que tomamos, las importantes, pueden cambiar de algún modo el destino?

Un poco confundida, Arizona respondió:

—Bueno, creo que sí, pero ¿por qué me pregustas eso?

Callie sonrió con cierto grado de nerviosismo y respondió:

—Porque yo estuve a punto de acostarme con Mark cuando tú estabas en África

— ¡Qué! —exclamó Arizona un tanto confundida.

—No lo hice, no lo hicimos, fue una noche que ambos estábamos pasados de tragos, de hecho nos besamos, pero no pasó de allí, me acordé de ti, te extrañé aún más y no pasó nada, pero ahora que me cuentas todo ese mal sueño, simplemente me lo pregunté: ¿Qué habría pasado si yo me hubiera acostado con Mark y hubiera quedado embarazada de él? Ese hecho, en apariencia, aislado, ¿hubiera cambiado nuestras vidas hasta ese punto?

—No lo sé respondió Arizona.

Tratando de bromear un poco, Callie dijo sonriendo:

—Bueno, acabas de serme infiel en sueños Arizona, no dejaré que te atragantes de comida otra vez

Arizona se rio y exclamó:

— ¡Ni escuchar canciones tristes mientras me atraganto de comida!, y sí, lo sé, ahora es tu momento de decirme: “te lo dije”, así que dilo.

—No, no te voy a decir “te lo dije”  mi pichirruchi,  pero quiero que tú me respondas algo: Bajo circunstancias parecidas, ¿te acostarías con otra mujer?, ¿me serías infiel?

Arizona lo pensó un momento antes de responder, luego dijo con seguridad en su tono de voz:

—Quizás la Arizona de antes, sí, la Arizona que no se había entregado, que decía que confiaba, pero que en realidad no lo hacía, pero esta Arizona no, la que decidió entregarse a ti cuando perdiste la memoria, la que decidió confiar en ti, no haría algo así. Creo que si me ocurriera algo…, algo horrible como eso, lo hablaría contigo porque confío en ti, no lo reprimiría fingiendo que todo está bien cuando en realidad no lo está, esa era la Arizona de antes, no la de ahora.

Tratando de ocultar un bostezo con su mano, Callie preguntó mientras miraba la hora en la mesa de noche:

— ¿Y esa Arizona de ahora quiere seguir durmiendo?, tengo sueño, son las tres de la madrugada mi amor.

Arizona sonriendo, respondió:

—Sí, pero con una condición

— ¿Cuál? —preguntó Callie mientras otro bostezo se asomaba a su rostro.

—Que me abraces muy fuerte

Mientras Callie se acomodó en la cama para acoger en sus brazos a Arizona, respondió:

—Moción aceptada, vamos a dormir, que dentro de unas horas tenemos que salir rumbo a Valencia, en el coche que alquilamos hoy.

—Sí mi amor —dijo Arizona mientras acunaba su cuerpo en el de Callie, quien la abrazó y la apretó contra el suyo.

Arizona suspiró aliviada y antes de quedarse dormida, susurró mientras besaba la mano de Callie:

—Te amo

Callie sonrió, besó el cuello de Arizona y luego dijo:

—Te amo también

A los pocos minutos ambas se durmieron, por el resto de la noche no hubo más pesadillas, sólo un sueño profundo, reparador y cálido.


Esta historia continuará…

Bueno, mis queridas lectoras, después de esta larga, larguísima ausencia de más de dos años, ante todo quisiera pedir disculpas, varios asuntos de índole personal me obligaron a ausentarme, no obstante, siempre tuve presente el deseo de regresar a mis escritos y aquí estoy. He reabierto el acceso a mi portal blog en Wordpress (mikitrobbinson.wordpress.com), mi cuenta en Facebook y he creado una nueva cuenta en twitter @mikitrobbinson. Deseo informarles que no sólo he regresado para continuar con Epidemia, sino con nuevos proyectos con los cuales de algún modo, quisiera compensar, tanto tiempo de ausencia de mi parte.

El primero de estos proyectos, es un nuevo fanfiction de Calzona presentado en forma de serie, que considero una de las cosas más locas que se me ha ocurrido publicar, es un relato ausente de drama pero rebosante de situaciones súper descabelladas que espero, les hagan reír. Lo he titulado “Calzona y la Lámpara Mágica” y como una pequeña sorpresa, les informo que estoy publicando hoy mismo, aquí en Fanfiction y en mi portal blog de Wordpress, el Episodio Piloto, el que relata cómo y por qué, Callie y Arizona se tuvieron que convertir en personajes de caricaturas, por obra y gracia de un genio medio loco salido de una lámpara mágica.

El otro proyecto, mucho más serio que el anterior, es algo que estoy escribiendo desde hace algunos meses, ya no será un fanfiction sino un libro, que pienso publicar en Amazon, donde a través de personajes creados por mí, quiero contar una historia que pretende ser, algo más que sólo una novela de amor lésbico. Aunque todavía la estoy escribiendo, ya tiene título, se llamará “El amor va por dentro”.

Debo confesar que estoy muy entusiasmada con este proyecto en particular, esto era algo que había querido hacer desde hace mucho tiempo, crear mis propios personajes y darles vida en una historia compleja, que además de mostrar los sentimientos más profundos entre dos seres que aprenden a amarse mutuamente sin condiciones, toca temas tan sensibles como la homofobia, los prejuicios religiosos que la sustentan y la discriminación. He pasado horas y horas investigando todo lo necesario para lograr transmitir el mensaje que deseo llevar a todas las personas que me brinden el honor de leer esta historia, un mensaje de solidaridad a todos aquellos que de uno u otro modo han sido víctimas o testigos de la incomprensión a un sentimiento tan puro, como puede llegar a ser, el amor entre dos personas del mismo sexo.

Bueno y para culminar, en cuanto a Epidemia, quiero decir que la seguiré escribiendo y publicando con regularidad, aunque por todos los proyectos que les he mencionado, su frecuencia de publicación no será tan cercana, pero esta historia será escrita y publicada en su totalidad, a paso lento, pero seguro.

Un abrazo,


Miki